Entramos en el patio de butacas del Gran Kursaal

Nuestros seguidores más veteranos tienen grabada en la memoria la sensación de entrar en un espléndido edificio como era el del primitivo Gran Kursaal y acceder, en su parte sureste, a un cine y teatro de gran formato como el suyo. Para reavivar aquellos recuerdos, en Aquellos Cines Donostiarras volvemos a entrar hoy en aquella sala que funcionó entre julio de 1922 y septiembre de 1972, gracias a las fotografías que realizó Ricardo Martín en sus incios. Acerquémonos a ella de noche…

Y nos adentramos en su patio de butacas. La gran pregunta, que algún cinéfilo se hace y nos hace, buscando una referencia: ¿Era mayor que el del Victoria Eugenia? Pues no, aunque la memoria de algunos lo engrandezca, lo cierto es que era algo menor. Cuando se abrió, el teatro del otro lado del Urumea tenía en su patio de butacas 374 asientos. La sala del Gran Kursaal contaba en su nivel inferior con exactamente 308 butacas.

En todo caso, entrar en el desaparecido teatro-cine del Gran Kursaal producía una sensación bastante similar a la que tenemos al hacerlo en el Victoria Eugenia, levantado diez años antes. También ofrecía una espectacular pintura en su bóveda, en este caso obra de Vila y Prados.

Y aunque disponía de un piso menos, el añorado teatro-cine del Gran Kursaal sumaba un aforo de 856 espectadores (308 en el patio de butacas, 108 en los palcos de la planta de butaca, 224 plazas en el primer balcón y 216 en el segundo), cercano a los alrededor de 900 que tiene el teatro de la plaza Oquendo.

 

(Fotografías de Kutxateka, fondo Fotocar, obra de Ricardo Martín, hacia 1922).

 

 



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