El Miramar, con todas “las condiciones exigidas”
El Salón Miramar había empezado a funcionar pocos meses antes, en agosto de 1913, y en la edición de 1914 del anuario ‘Guipúzcoa en la mano’ apareció destacada su publicidad en la contraportada. El anuncio destacaba en primer lugar virtudes lógicas en un cine: “Grandes secciones. Todos los días magníficas sesiones cinematográficas. Selecto y variado repertorio“.
Pero otros detalles de aquel anuncio nos llaman más la atención, y no nos referimos sólo a la fila de árboles que entonces había en la calle Aldámar, según mostraba su fotografía. Y tampoco solamente a que destacase que “posee hermosa terraza con preciosas vistas al mar y al Monte Ulía”, un dato cierto pero bastante raro de destacar a la hora de promocionar un cine. ¿Se asomarían entonces los espectadores a la terraza?
No, lo que más nos llama la atención es lo de que el salón o “gran cine” Miramar en aquella lejana ‘belle époque’ se proclamase como el “único que reúne las condiciones exigidas por la ley”. ¿A qué podía referirse? Pues imaginamos que a que cumplía todas las normas en materia de sistema eléctrico, seguridad y prevención de incendios. Debemos tener en cuenta que San Sebastián había conocido en 1913 el incendio del primer Palacio de Bellas Artes, el que hubo en la calle Euskalerria, y que de otras ciudades llegaban noticias de pavorosos incendios en los primeros y mal acondicionados cines.
De ahí que en la inauguración del Miramar la prensa hubiese informado del hecho de que el escenario estaba aislado del patio de butacas por una pared incombustible, una cortina metálica y otra de agua. O de que “el alumbrado eléctrico y todos los cables se hallan guarnecidos dentro del tubo Bergman, lo cual hace imposible accidente alguno“. O sea, que el desaparecido Miramar alardeaba en sus inicios tanto de su “variado y selecto repertorio” de películas como de su seguridad.
(Contraportada y portada de ‘Guipúzcoa en la mano’, edición de 1914, propiedad de la biblioteca Koldo Mitxelena de la Diputación Foral de Gipuzkoa).
El Autor
El periodista donostiarra Mikel G. Gurpegui ha trabajado en ámbitos muy diversos, aunque quizás sea más conocido por dos de sus colaboraciones habituales en las páginas de ‘El Diario Vasco’, las críticas de cine y la sección ‘La calle de la Memoria’, en la que se acerca al pasado de la ciudad a través de la hemeroteca. Por primera vez, une ambas facetas, la cinéfila y la retrospectiva, en este blog, un proyecto de investigación, documentación y difusión apoyado por el Grupo Sade, protagonista y heredero de la historia de la exhibición cinematográfica en San Sebastián.