Álbum de recuerdos compartidos sobre las salas de exhibición cinematográfica de San Sebastián

Así funciona el proyector más utilizado en San Sebastián desde los años 80

Así funciona el proyector más utilizado en San Sebastián desde los años 80

Lo vemos al pasar camino de nuestra sala, junto al ascensor de los cines Príncipe, pero acaso nunca nos hayamos detenido a observar con calma el proyector de cine de 35 milímetros que allí se muestra, como recuerdo de los más avanzados proyectores automáticos analógicos que ha tenido San Sebastián y que tantas películas nos han ofrecido desde los años 80 hasta hace poco. Si nos detuviéramos, veríamos en sus mandos palabras como “indietro” y “avanti”. Sí, se trata de un aparato italiano, de la firma Industria Construzioni Mecaniche de Milán. En concreto, del modelo Victoria 5 MI.

Le pedimos detalles sobre el proyector a Juan Luque Pozo, más de cuatro décadas como operador cinematográfico y jefe de sala de los Príncipe, y nos cuenta que el aparato que podemos ver es el primero de este modelo que adquirió la Sade, para la sala 1 del Petit Casino, cuando renació reconvertido como multicines en 1984. Las otras dos salas fueron dotadas con un proyector similar pero sin el rebobinado automático que proporciona éste. El resultado en cuanto a alta calidad y seguridad que ofrecía el Victoria 5 hizo que en la apertura de los Astoria 7 en el año 1989, cuatro de sus salas fueran dotadas con proyectores iguales a éste (la gran sala 3 tenía uno todavía mejor, el Victoria 8, mientras que las dos salas más pequeñas tuvieron proyectores de una gama algo inferior, antes de acabar siendo sustituidos por otros Victoria 5).

La Sade ha sido fiel a estos proyectores italianos facilitados por la empresa de tecnología cinematográfica Kelonik, puesto que en el año 1995 adquirió seis más para dotar las seis salas con las que reabrió el Príncipe. Con su ampliación de 6 a 10 salas en 2004, las cuatro nuevas pantallas contaron con los Victoria 5 procedentes del Astoria. También en los multicines Garbera funcionó el mismo modelo de proyectores, con aparatos que pasarían al Antiguo Berri, En la actualidad, desde la digitalización de la exhibición cinematográfica, se mantienen a punto proyectores Victoria 5 en las salas 2, 3, 6, 7 y 9 del Príncipe, pero normalmente sólo se utilizan para las sesiones de ‘Los clásicos del Príncipe’, caso del de la sala 2, y los demás para proyectar algunas películas de ciclos retrospectivos durante el Festival de Cine. Es entonces cuando Juan puede retomar su oficio de operador de cinematógrafo tal y como ha sido siempre hasta la irrupción de la informática, manejando las bobinas de celuloide, uniendo sus trozos rotos cuando hace falta, ajustando la cinta a sus rodillos dentados y vigilando y ajustando manualmente los numerosos elementos que influyen en la proyección.

Queremos saber un poco más, conocer las palabras que manejan los proyeccionistas, y solicitamos a Juan Luque Pozo que nos haga un recorrido, siquiera somero, por las distintas partes del proyector, que son tres.

1. Bancada: Es la parte inferior, el soporte del proyector, en cuyo interior aloja sus conexiones eléctricas y sus soportes con bobinas.

Así funciona el proyector más utilizado en San Sebastián desde los años 80 - 2

2. Linterna: Es el habitáculo de la luminotecnia del proyector, donde se aloja la lámpara, de 2.000, 2.500 o 3.000 watios, según el tamaño de la pantalla (antiguamente, se utilizaban dos electrodos de carbón, sustituidos posteriormente por lámparas de xenón que podían explotar), el espejo que recoge y proyecta el haz de luz de la lámpara (con sus mandos de ajuste para que la luz llegue uniformemente a todos los puntos de la pantalla) y el cortafuegos (palanca que abre o cierra el paso de la luz).

La linterna

3. Crono o proyector: Es la parte fundamental y más compleja, la que lee tanto la imagen como el sonido del celuloide. Ahí está la ventanilla, en la que se ajustan los distintos formatos, y la torreta con los objetivos ópticos adecuados a los mismos. Movida por el motor, la cinta es arrastrada por un sistema de rodillos dentados. Uno de ellos es especial, el rodillo de cruz de malta, que tiene 16 dientes en vez de 24 y, en lugar de avanzar de modo continuo, lo hace a saltos. En combinación con el obturador, que cierra y abre el objetivo a gran velocidad, consigue que veamos 24 imágenes por segundo y percibamos la sensación de movimiento. A continuación, la cinta pasa por el lector de sonido (compuesto por una lámpara excitadora -después sustituida por un led-, más una célula fotoeléctrica, un tambor de banda y un ‘flutter’ para dar estabilidad), con todos sus mecanismos de ajuste.

Crono o proyector

Fuera del proyector, el sistema se completa con un rectificador, que hace que la corriente eléctrica alterna pase a ser continua y evita así la más mínima fluctuación de la luz. En fin, muchos detalles técnicos al servicio de que disfrutemos de una buena proyección los espectadores, que ni imaginamos el trabajo que se esconde dentro de la cabina de proyección.

(Fotos MGG)

El Autor

Mikel G. Gurpegui1jul2015_3

El periodista donostiarra Mikel G. Gurpegui ha trabajado en ámbitos muy diversos, aunque quizás sea más conocido por dos de sus colaboraciones habituales en las páginas de ‘El Diario Vasco’, las críticas de cine y la sección ‘La calle de la Memoria’, en la que se acerca al pasado de la ciudad a través de la hemeroteca. Por primera vez, une ambas facetas, la cinéfila y la retrospectiva, en este blog, un proyecto de investigación, documentación y difusión apoyado por el Grupo Sade, protagonista y heredero de la historia de la exhibición cinematográfica en San Sebastián.

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