‘Suspiros de España’ durante la Guerra Civil

El cine siempre ha estado ahí acompañándonos, incluso en los difíciles días de la Guerra Civil a los que nos vamos a referir hoy, apoyándonos en la investigación histórica que hizo Felipe Cabrerizo con beca de la Diputación guipuzcoana, ‘La Atenas militarizada: la industria cinematográfica en Gipuzkoa durante la Guerra Civil (1936-1939)’.

Empezamos echando un vistazo a la cartelera que podía verse tal día como mañana, el 18 de mayo de 1937, cuando la contienda se había estabilizado ya en Gipuzkoa pero continuaba librándose en otras zonas de la península.

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Si consiguen abstraerse de ese tremendo anuncio de un restaurante que se autodefinía como casa “muy española y castigadísima por las hordas rojas”, comprobarán que los donostiarras podían distraerse con Maurice Chevalier y Jeanette McDonald en el Petit Casino, aunque abundasen las películas de la UFA, productora alemana famosa en esta época por sus noticieros propagandísticos pero que también produjo y coprodujo muchas películas de ficción.

Durante los años de la Guerra Civil, funcionaron en San Sebastián ocho cines, cuatro de ellos propiedad de la empresa Sade: Miramar, Bellas Artes, Príncipe y Petit Casino (que pronto debería castellanizar su nombre, como nos recuerda Felipe Cabrerizo: “Las leyes de la pureza de la lengua promulgadas por el gobierno franquista obligarán a cambiar el nombre de la sala en 1940, transformándose ya definitivamente en Pequeño Casino”). Otros tres eran de propiedad institucional: Principal, Victoria Eugenia y Kursaal. El último de ellos, tras ser utilizado durante los días de la contienda como hospital, capilla ardiente y hasta cuartel de miqueletes, volvería a exhibir películas a comienzos de 1937 y siguió ofreciéndolas aunque en las salas contiguas estuviese montado un ‘museo de guerra’.

La otra pantalla privada de la ciudad en aquellos años era el Salón Novedades, en la calle Garibai, que por una peseta ofrecía noticieros extranjeros y documentales entre semana y largometrajes de poco tirón los fines de semana: “Fue durante los tres años de guerra la sala donostiarra de menor entidad, condenada a ofrecer siempre su butaca a precio  reducido”.

Aunque no lo podamos decir con exactitud, los donostiarras apenas se quedaron sin cine unas semanas. En cuanto las tropas ‘nacionales’ se asentaron en la ciudad y la guerra cambió de signo en Gipuzkoa, volvieron las proyecciones. Ya el 3 de octubre de 1936 en el periódico ‘La Voz de España’ retomaban la cartelera de espectáculos, con sólo dos cines en activo, Petit Casino y Bellas Artes, y una advertencia terrible: “Ante el anuncio de películas, algunas de ellas francamente inadmisibles, la ‘Asociación Católica de Padres de Familia de Guipúzcoa’ (Fueros, 5, entresuelo derecha. Tel. 1-12-41) se ve obligada a reanudar su cartelera de espectáculos, interrumpida hace más de dos meses, juzgando condenable siempre, pero mucho más en estos días de dolor, austeridad y sacrificio, la proyección de tales cintas”.

Para que se hagan cargo de la rigidez moral de aquella asociación, recogemos la cartelera publicada en ‘La Voz de España’ el 11 de octubre de 1936, en la que una inocente película musical como ‘Roberta’, con Fred Astaire e Irene Dunne, era considerada “inconveniente para personas que no tengan sólido criterio moral”.

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¿Y qué películas veían los donostiarras en aquellos tiempos convulsos? La investigación de Cabrerizo detalla los diez títulos que más días permanecieron en cartel entre el 17 de julio de 1936 y abril de 1939, entre los que estaba Fred Astaire, con ‘Roberta’ y con la número 1, ‘Sigamos la flota’. Estrellita Castro, con ‘Suspiros de España’ y ‘Carmen, la de Triana’, con Imperio Argentina, fueron otras estrellas muy presentes aquellos días, en que los espectadores se rieron con Harold Lloyd y ‘Cinemanía’.

El ‘top 10’ completo (no por número de espectadores sino por días de exhibición) era el siguiente:

 

Película1.   Sigamos la flota NacionalidadEE.UU. Año1936 Días28
2.  El barbero de Sevilla Alemania 1938 25
3.  El estudiante mendigo Alemania 1936 21
4. Cinemanía EE.UU. 1932 20
   Roberta EE.UU. 1935 20
   Suspiros de España Alemania 1938 20
   Carmen, la de Triana Alemania 1938 20
   Czardas (sangre joven) Alemania 1936 20
8.  ¿Hombre o ratón? EE.UU. 1936 19
9.  La divina gloria EE.UU. 1935 18
10. Traidores Alemania 1936 18

Anotemos la predominancia del cine estadounidense (706 de las 1.116 películas exhibidas durante la guerra eran de allí) y que aunque oficialmente fuesen alemanas, el público tenía por españolas las coproducciones germano-españolas de la época.

Fueron años muy difíciles para la distribución cinematográfica, como explica Cabrerizo: “El estallido de la contienda había cerrado temporalmente las fronteras, y según se van acabando las películas en reserva para la temporada 1936-1937 se va observando una cada vez mayor ausencia de cintas nuevas en las salas. Dada la paralización total de la producción cinematográfica en la España nacional, el reestreno fue la única salida posible para seguir completando la programación cinematográfica diaria. Y las distribuidoras se vieron obligadas a volver a poner nuevamente en circulación todo el stock de películas sonoras almacenadas en sus oficinas”.

“De este modo, la inmensa mayoría de las películas proyectadas durante los años de guerra la constituyeron  viejas  cintas  ya  exhibidas antes del inicio de la  contienda  que  circulaban  fluidamente por el territorio franquista intentando paliar esta carencia de estrenos. Las películas iban pasando en bloques de una ciudad a otra, intentando dejar un lapso de tiempo lo más largo posible entre sus  proyecciones,  pero  prácticamente  todas terminaron siendo exhibidas varias veces en cada ciudad durante los tres años de guerra. Y las etapas en este circuito no siempre respondían a criterios comerciales, ni mucho menos artísticos: muchas cintas encontraban el éxito pero no podían permanecer en cartelera por esperar otras ciudades su turno de proyección; otras, sin embargo, se estancaban en la pantalla de algún cine durante días no por su rendimiento en taquilla sino porque sencillamente  no había otra cosa que proyectar”.

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(Anuncios publicados en ‘La Voz de España’ el 22 de enero de 1939 -‘Suspiros de España’-, 18 de mayo de 1937 y 20 de mayo de 1938. Cartelera con advertencias morales publicada en el mismo periódico el 11 de octubre de 1936).

 

 



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