El Principal, nuestra casa del terror

Pocos festivales estarán tan identificados con una sala como la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián. Ha proyectado o proyecta parte de su programación en el Victoria Eugenia, los cines Príncipe y hasta en el Kursaal, pero la Semana es el Principal, su guarida natural, el punto de referencia, el espacio mágico. A punto de inicial su edición número 26, nos detenemos en la simbiosis entre el teatro más antiguo de la ciudad y el festival más gamberrete y juvenil.

Los inicios de la Semana de Cine Fantástico y de Terror son nebulosos, y no porque el género empuje a ello sino porque las dos primeras ediciones fueron atípicas. Sus responsables (antes José Luis Rebordinos; en la actualidad Josemi Beltrán) cuentan sus 26 años desde 1990, aunque no se viviese entonces una semana tal y como la conocemos ahora sino el ciclo ‘Terroríficamente modernos’ organizado por el entonces Patronato Municipal de Cultura. Al año siguiente, en 1991, las películas de terror volvieron al Principal, pero otra vez dentro de una panorama de películas del género, bajo la denominación de ‘De la A a la Z’.

El éxito de aquellos ciclos hizo que la iniciativa siguiera en los años siguientes, ya desde 1992 como Semana de Terror, con estrenos del año, retrospectivas, maratones, actividades paralelas y todo el arsenal de atractivos para los aficionados al género. El concurso de cortometrajes empezó a ser competitivo en 1994 y el Premio del Público para largometrajes se concedería por primera vez en 2001.

Una de las señas de identidad de la Semana de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián ha sido su capacidad para transformar, y de qué manera, algunos espacios y especialmente la fachada del teatro Principal. Imposible pasar por la calle Mayor y no detenerse cada año ante las impresionantes instalaciones escultóricas ideadas por Alberto Saavedra.

(Fotos de algunas decoraciones de la fachada del Principal facilitadas por la organización de la Semana de Cine Fastástico y de Terror. Pertenecen a las ediciones de 1993 -las calaveritas-, 1995 -las ratas gigantes-, 1997 -las esculturas mortuorias de arriba- y 1998 -el cuerpo en la telaraña-).