Falsa bomba en el Savoy

Ricardo Fernández es un donostiarra apasionado del cine (y del ciclismo), bloguero y miembro del jurado Flipesci. Acaba de echar el cierre a ‘El café de Rick’ y de poner en marcha el recomendable blog ‘El contraplano’ junto con Iñaki Ortiz. Sus recuerdos cinéfilos están habitados por monos y chicas.

“Creo que gran parte de mi cinefilia se forjó en las tardes en las que mi tía Cristina me llevaba al cine. Recuerdo con especial cariño ir a ver ‘Proyecto X’ (1987), protagonizada por Matthew Broderick y un simpático mono, al estrecho y pequeño Cine Rex en la Avenida Sancho el Sabio.

También había monos en ‘Greystoke, la leyenda de Tarzán’, que mi padre me llevó a ver al Petit Casino. Aún puedo ver a mi padre azorado al preguntarle que le pasaba a Tarzán y por qué gruñía y saltaba nervioso cuando estaba junto a Jane en la cama. Claro, tenía siete u ocho años, y todavía me quedaba un tiempo para entender porque Tarzán estaba tan nervioso al ver a Jane (Andy McDowell) con poquita ropa. Supongo que mi padre pensó en otro tipo de película al ver que era de Tarzán. Quizá por eso la siguiente vez me llevó a ver ‘Supergirl’, el pobre, lo que tuvo que aburrirse.

Después ya crecí y empecé a elegir yo las películas a las que iba con mis amigos. Al principio la cosa no mejoró. En el pequeñísimo Amaya, yo era muy pequeño entonces y recuerdo mis rodillas chocando con la butaca de delante, vi ‘Aquí huele a muerto, pues yo no he sido’ de Martes y 13. Todos tenemos un pasado. Quién me iba a decir entonces que iba a acabar admirando el cine de Hong Sang-Soo….

Aunque el cine que más asocio a aquellos días es el Savoy. En mi memoria es un cine amplio y cómodo al que solía ir con mis amigos cuando llovía porque estaba muy cerca de casa. Recuerdo cuando fuimos a ver ‘Abyss’ (1989). En una escena en la que Ed Harris no sabe que cable cortar para desactivar una bomba mi amigo Jon gritó ¡¡¡¡BOOOOOMMMMM!!!!. La sala se dividió entre risas e insultos, mientras yo me encogía avergonzado en mi butaca.

De los 90 recuerdo la llegada de los multicines. El Astoria, con aquella Sala 1 tan vertical y el novedoso sonido THX. Era la época de ‘Ghost’ y ‘El Silencio de los corderos’. El siguiente cine en convertirse en multicine fue el Príncipe. Aún recuerdo su entrada por la calle Aldamar. Pasó de ser una sala inmensa a tener 6 salas que luego aumentaron, de manera algo laberíntica, a 10. Eran años en los que ya había empezaba a definir mis gustos. En todos los sentidos. Por ejemplo cuando fui a ver ‘Pulp Fiction’ con la chica más guapa de mi clase (y sus amigas).

Aunque si hay un cine especial para mi es el Trueba. Por varias razones: por su maravillosa oferta que lo ha convertido en mi segunda casa y, sobre todo, por otra chica, también muy guapa, a la que conocí en uno de aquellos maravillosos Jueves del Trueba. Aquella película fue ‘Los ilusos’. La primera de muchas películas, y muchos días, juntos”.

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(Imágenes de ‘Pulp Fiction’ y ‘Los ilusos’).



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